José de NEBRA (1702-1768)
Escena del auto sacramental El diablo mudo (1751)
Miserere a dúo
Miserere mei Deus ([sin indicación])
Amplius lava me (Allegretto cantabile)
Tibi soli peccavi (Andante sordinas)
Ecce enim veritatem (Allegro vivo)
Auditui meo (Allegro)
Cor mundum crea (Andantino gracioso)
Redde mihi laetitiam (Allegro vivo)
Libera me (Allegretto)
Quoniam si voluisses (Allegretto)
Sacrificium Deo (Sordinas)
Tunc acceptabis (Andantino-Allegro vivo)
Raquel Andueza, soprano
Olalla Alemán, soprano
LOS MÚSICOS DE SU ALTEZA
violines: Eduardo Fenoll, Pablo Prieto, Sergio Franco. Joan Chic, Pablo Gastaminza, Juan Bernués, Raquel Sobrino
violas: Natan Paruzel, Juan Luis Arcos
violón: Pedro Reula
contrabajo: Xavier Astor
oboe: Francisco J. Gil
archilaúd: Jesús Fernández
órgano y clave: Alfonso Sebastián
dirección: LUIS ANTONIO GONZÁLEZ
Edición de la música: Luis Antonio González
Cadencias del Miserere: Alfonso Sebastián
Grabado en la capilla del Palacio Real de Aranjuez el 29 y 30 de mayo de 2006
Toma de sonido y montaje: Raúl Quílez
La recuperación de estas obras, procedentes del Archivo de Música de las Catedrales de Zaragoza, ha sido posible gracias al Convenio de Colaboración firmado entre el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y al Arzobispado y Cabildo de Zaragoza para desarrollar la investigación en el citado Archivo. Agradecemos al Cabildo Metropolitano de Zaragoza las facilidades otorgadas para el desarrollo de la investigación
Producción: Címbalo Producciones S.L.
Patrocinadores: Diputación de Zaragoza, Ayuntamiento de Zaragoza, CSIC, Patrimonio Nacional, Comunidad de Madrid, Ayuntamiento del Real Sitio y Villa de Aranjuez, Ministerio de Cultura
[Comentarios ©Luis Antonio González]
Reivindicación de Nebra
El compositor
José de Nebra Blasco (1702-1768) es el más famoso representante de un breve pero importantísimo linaje musical aragonés. Su padre, José Antonio Nebra Mezquita ejercía como organista en Calatayud, ciudad donde nació y fue bautizado el día de Reyes de 1702 José Melchor Baltasar Gaspar. En 1711 la familia se trasladó a Cuenca, en cuya catedral obtuvo el padre los cargos de organista y arpista. Desde muy joven José de Nebra probó suerte en Madrid, donde obtendría éxito rápido y una prolongada carrera, no sólo como organista o músico de tecla, sino también como compositor, maestro y gestor musical.
Toda la producción conservada de Nebra es de una calidad remarcable, fuera de lo común. En vida gozó de éxito y pasó a la posteridad como uno de los mejores maestros de la música española. Pero la mayor parte de sus obras no lo sobrevivieron. Sólo alguna pieza litúrgica permaneció en la práctica habitual de la Real Capilla, como es el caso del Oficio y Misa de Difuntos compuesto para las exequias de Bárbara de Braganza (1758), que pasó a convertirse en la música fúnebre oficial de los Borbones españoles hasta bien entrado el siglo XIX.
El Miserere a dúo
No corrió la misma suerte el Miserere a dúo: ni siquiera sabemos para qué ocasión o circunstancia pudo haber sido compuesto. Conocemos la pieza a través de dos fuentes musicales principales, más una fragmentaria. Las dos primeras se encuentran actualmente en el Archivo de Música de las Catedrales de Zaragoza. La tercera fuente es un número incompleto que se conserva en la catedral de Guatemala.
Ya en un primer acercamiento superficial a esta versión del Miserere (salmo 50) se concluye que se trata de una composición deudora de una obra que hizo furor en la Europa de mediados del siglo XVIII: el Stabat Mater de Giovanni Battista Pergolesi. En los ambientes musicales españoles del siglo XVIII, la obra de Pergolesi también dejó huellas, numerosas y profundas. En el Archivo de Música de las Catedrales de Zaragoza se encuentran numerosas copias de la partitura, fuentes todas ellas datables a mediados del siglo XVIII.
Es cierto que José de Nebra proyecta su Miserere a dúo siguiendo el plan constructivo del Stabat Mater de Pergolesi, tanto en el orgánico como en la distribución de los números a dúo y a solo. Las trazas de Pergolesi parecen dejarse ver en multitud de detalles, pero muchas de estas coincidencias son comunes a la música de tradición napolitana. La influencia del modelo de Pergolesi es poderosa, pero no única. Es más, la obra de Nebra, parece adentrarse en un terreno nuevo, lo que la hace presentarse a nuestros oídos como una obra decididamente moderna.
Desde un punto de vista estilístico, el Miserere de José de Nebra es una obra de difícil clasificación. Obviamente, ni Nebra ni su obra caben en el cajón del “barroco”, sino en ese conglomerado de maneras de hacer que, a mediados del siglo XVIII, crean el terreno propicio para la eclosión del “clasicismo”. Parecería absurdo intentar vincular a Nebra con estilos propios de la Alemania septentrional, o de Europa central, pero también parece claro que en el Miserere a dúo se encuentran elementos que consideramos característicos del estilo galante, del estilo sentimental (Empfindsamkeit) e incluso del Sturm und Drang: la presencia del nuevo género melódico-expresivo, la discontinuidad, los silencios cargados de contenido y retórica gestual, los contrastes abruptos y violentos, tanto en la composición de los propios motivos musicales como en dinámica, articulación y fraseo. Los súbitos contrastes no responden tanto a efectos teatrales como a la manifestación de afectos y estados de ánimo, lo que produce una obra emocionante e íntima. La riqueza y variedad de recursos que utiliza Nebra permiten pasar de la aflicción al consuelo, de lo conmovedor a lo inquieto, de lo abatido a lo fogoso y de lo patético a lo exultante.
Se desconoce la fecha de composición de este Miserere, así como su destino. Ciertas similitudes de concepto y realización podrían situar la obra en el entorno del Oficio y misa para las Reales Honras de la Reina Mª Bárbara de Portugal (1758). Aunque está escrito a versos, este Miserere de Nebra acepta mal la alternancia con canto llano, dado que los números de la composición se hallan en diferentes tonos, lo que ocasiona que un canto llano coherente, esto es, que utilice el mismo tono salmódico para cada verso, resulte forzado y casi impracticable. Me inclino a pensar que se trata de una pieza concebida para algún tipo de celebración devocional fuera de la liturgia, tal vez los viernes de Cuaresma o quizá en conmemoraciones de difuntos (ambos destinos justificarían la ausencia de Gloria), que podría ejecutarse como si se tratara de una cantata, sin más adiciones.
La escritura del Miserere es claramente orquestal y no aconseja el uso, hoy tan habitual —por comodidad, facilidad y economía—, de una formación camerística de a “uno por parte”. Para esta grabación hemos utilizado una orquesta no muy numerosa pero suficiente, similar al contingente de cuerda que se trasladaba con las personas reales a los Reales Sitios, como Aranjuez, lugar para el cual quién sabe si pudo destinarse esta pieza. En cuanto al instrumento utilizado para el acompañamiento, que las fuentes no precisan, debe hacerse una observación: en Semana Santa y, por extensión, en las conmemoraciones de difuntos, existía la norma o costumbre de que, en señal de luto, el órgano callara, sustituido por el clave. Sin embargo, si existía tal interdicción, también disponemos de documentos abundantes que atestiguan el uso de diversos tipos de órgano en música de Semana Santa y difuntos. Así pues, con argumentos históricos en pro y en contra, pero ateniéndonos a razones estrictamente musicales, hemos preferido utilizar un órgano en el acompañamiento del Miserere.
Escena del auto sacramental El Diablo mudo
Hemos decidido completar el disco con música que a la vez tiene cierta relación argumental con el Miserere, por su contenido religioso que habla de almas atribuladas. La pieza escogida es una escena del auto sacramental de Pedro Calderón de la Barca titulado El Diablo mudo (1660), que Nebra puso en música en 1751. La música de Nebra, conservada de modo parcial (voces y continuo), ha sido recientemente identificada. Su calidad es tal que nos hemos decidido a abordar una reconstrucción de las partes instrumentales que faltan, después de haber estudiado minuciosamente la totalidad de la música escénica de Nebra conocida y una buena cantidad de su música religiosa: tal estudio proporciona las necesarias garantías de verosimilitud a nuestra hipotética reconstrucción. El fragmento es una escena en que dialogan dos personajes —la Naturaleza Divina y la Naturaleza Humana— y consiste en un recitado, un aria, una tonada estrófica y algunos breves números más que se suceden sin solución de continuidad. En la fuente musical el texto original de Calderón está manipulado y alterado para adaptarlo a las conveniencias métricas, estróficas y formales del recitado y el aria y para conformar una escena totalmente cantada que constituye el centro, el clímax del auto.
Final
La grabación de estas obras tuvo lugar los días 29 y 30 de mayo de 2006 en la Capilla del Palacio de Aranjuez. Éste era el lugar favorito de retiro de María Bárbara de Braganza, reina filarmónica y discípula de composición de José de Nebra; y en este palacio murió en el verano de 1758. Puede que entre la reina y Nebra existiera cierta corriente de simpatía y, en lo que cabe, proximidad: ¿por qué, si no, sería Nebra y no el maestro de la Real Capilla, Corselli, quien habría de componer la música para sus funerales? Nos gusta pensar que tal vez el Miserere a dúo podría haberse estrenado allí mismo, en Aranjuez, durante alguna celebración privada (y quién sabe con qué solistas: Farinelli no andaba lejos). Esta sensación nos rondaba aquellos días de primavera, durante los cuales el tiempo, cálido, cambiante y tormentoso (repárese en los truenos que nos acompañaron en la grabación del número Libera me, o en los pajarillos que cantan en la lejanía en momentos de mayor jovialidad), pareció querer colaborar propiciando el estado espiritual más adecuado para la empresa que traíamos entre manos: no otra cosa se podía esperar de la sabia naturaleza.
Luis Antonio González